Entradas

Mostrando entradas de julio, 2018

La vida en tres ¡ay! - 3)

   Al arreglar la sucia e inculta parcela de terreno, recibida con la casa, hubo que extraer la tierra arcillosa superficial (si se humedecía y pisabas encima, te quedabas trabado como en un pantano) y renovarla con tierra de vivero. Una vez conseguido el sustrato, planté mis retoños alineados a lo largo de la valla, pues no había otro sitio para ello: hace mucho tiempo que cultivo árboles, desde la semilla, y aquí prosperó un almendro que dio pronto unas almendras fantásticas (eso sí, acosado por hordas de pulgones veraniegos que pringaban todo su entorno) además de dos moreras que se hicieron gigantescas, con sus frutos cayendo y entintando el suelo. También hubo un laurel que llegó anémico (porque lo tuve en crianza en una terracita acristalada y llevó mal el encierro) que consiguió medrar y ponerse en forma; y un níspero con estupendos frutos, además de un ciprés juvenil.     El resto del jardín consistía en un pequeño enlosado con una mesa redonda y cuatro sillas, inmediatas a la

La vida en dos ¡ay! -2)

   Retorno a la casa a que me referí en la entrada anterior.    La cual empezó a manifestar cierta construcción defectuosa, a provocar conflictos para ordenarla y algunas dudas sobre las ventajas de tanto espacio, desparramado entre cuatro plantas. Por lo cual, además de requerir un considerable esfuerzo para ir pagando la hipoteca al Banco, también exigía mucha atención. Parecía mucho sitio pero, analizando atentamente su aspecto exterior (cosa que no se había hecho antes), el inmueble resultaba ser una especie de cubículo comprimido por sus lados de saliente y poniente , estirándose de norte a sur  y saludando en lo alto a las nubes con su tejado de calurosas tejas de pizarra negra.    El garaje ocupaba un semi sótano con tres estrechas ventanas en lo alto, casi enrasadas con el suelo del exterior. Para acceder desde la calle había una rodera  formada por una rampa muy empinada que tiraba del coche con mucha inercia, mientras arriesgabas aletas y retrovisores, en la bajada. Ade

La vida en un ¡ay! - 1)

Tener un techo sobre la cabeza es un instinto primario del ente humano, basado en la necesidad ancestral de refugio que, en el caso de los simios originarios, consistía en huir o descansar en la altura de los árboles lejos de la mayoría de los predadores. Con lo que, al disponer de un espacio propio y protegido para poder pensar, surgió la tendencia a mejorar el entorno más allá del simple disponer de una cobertura consistente en un simple, rumoroso y aireado dosel de hojas. Ya puestos en modificar el entorno, alguno inventó cómo descansar cómodamente tejiendo lechos con follaje,  más seguros y agradables que una simple rama y más fiables en la noche oscura. Caracterizados por su curiosidad todos, sucesivamente, fueron imitando al que inventó el sistema como siempre ocurre en grupos, manadas o bandadas en que las acciones de otros se copian, arraigan y se convierten en costumbres, sean o no respetables o justificadas, pero eso es otra historia.    En la propia búsqueda humana de la c

Vidas paralelas - 2.

Entre recreaciones imaginadas, como las de " Jurassic World"   y realidades informativas, como la referente al oso Goiat , he estado meditando sobre extinciones, fauna ya desaparecida y peligros de extinción en la actualidad. Basta con rastrear a los primeros humanos practicando la caza en grupo como una actividad que desembocaría, junto a otros condicionantes,  en la desaparición inducida de muchas de las especies en el planeta. Incluso aunque la entendamos como lógica en aquellos tiempos primitivos de dudoso futuro, ya se inicia la tendencia (por cierto insinuada y resuelta de un modo adecuado para el espectador-niño, en un capítulo de "Ice Age " ) hacia la extinción de muchas "vidas paralelas".    Como pobladores, numéricamente hablando, no hay previsión lógica de que nosotros nos extingamos, pues ya estamos en la senda de los ocho mil millones de habitantes desparramados por todas las tierras del mundo, multiplicándonos sin tasa y apiñados en núcleo

Vidas paralelas - 1.

Hemos derivado por una senda evolutiva muy diferente de otros grupos de simios originales para llegar a convertirnos, desde un momento ignorado del pasado extremo, en la "cosa rara" que somos, donde caben lo racional y lo irracional, la generosidad y la rapiña, la igualdad y la desigualdad, el amor y el odio, dar vida y dar muerte, la grandeza y la miseria, obras trascendentales y acciones detestables. Además de destacar especialmente nuestra tendencia a perseguir y extinguir otras especies competidoras (que ya no son ni eso) por el dominio del planeta. De esas vidas paralelas apenas quedan unos raídos flecos, convertidos en un  "reality show" al uso.    En Eslovenia (miembro de la U.E .) hay una población de casi mil osos residentes. Cada año se cargan (o sea, los matan, por si no se hubiera entendido) unos cien, con la supuesta finalidad de mantener un número estable (¿y no podría conseguirse con control de natalidad?) en los bosques del país. No obedece tan