¿Cuentos de Navidad?

 Saludos para todos.

Esta entrada no es un cuento, sino una reflexión sobre la Navidad, que se celebra en diciembre de cada año. Se trata de una festividad con raíces históricas que ha permanecido vigente y se celebra --a pesar de los siglos transcurridos-- como conmemoración religiosa, pero acompañada (sobre todo desde el pasado siglo XX) por la competitividad de enormes campañas mercantiles que inundan el período navideño con una masiva e internacional oferta de festejos y luminarias. Aunque se siguen respetando sus manifestaciones religiosas públicas (como son las salidas a las calles de las procesiones en distintas ciudades de España), ya no son el único --ni tal vez el principal-- interés de un amplio sector de la ciudadanía, que participa en el omnipresente consumo y diversión, incluso desde meses antes de las fechas principales.

   La campaña navideña de publicidad mercantil despliega una enorme cantidad de anuncios y cartelería en calles y medios de comunicación; los municipios instalan una largas cadenas de luces en las calles; también se cuelgan bonitas referencias navideñas en los edificios, en las tiendas y empresas de bienes y servicios, en las embellecidas casas ciudadanas y hay numerosos desplazamientos por ciudad y carretera, mientras la oferta de ocio se intensifica a todos los niveles. La Navidad se convierte así en la fiesta más relevante, esperada y resaltada, no solo por su religiosidad e interés mercantil, sino por coincidir también con el cambio de año durante la larga, alegre y nocturna Nochevieja, momento que la convierte en un festejo universal, llevando a máximos niveles el ocio y la fiesta.

   Pues todo ello me ha sugerido, en relación con esas tradiciones y festejos, dos reflexiones personales, y dos conclusiones finales:

   Primera: La Navidad tiene un enorme potencial ciudadano de futuro, con una creciente importancia económica a través del tiempo. El antiguo aspecto religioso aún se manifiesta en parte, especialmente en las fechas clave. Se puede apreciar su antigüedad por el calendario, vigente en gran parte del mundo de hoy, y cuyo siglo Primero se marcó por el nacimiento del niño Jesús en la época romana. Eso ha sido lo que  la Navidad ha celebrado históricamente durante la mayor parte de los siglos transcurridos antes del XIX, cuando la habitual pobreza de la gente común hacía que en la festividad religiosa se intentara mejorar --o se anhelara conseguirlo, con escaso éxito en los numerosos casos de extrema pobreza-- o incluso dilapidar las comidas de Navidad en las clases altas. Con la evolución política y ciudadana de los siglos recientes, esa costumbre ha desembocado en el enorme consumo de medios actual, disparado por la publicidad y las ofertas de ocio.

   Segunda: El impulso, a partir del siglo diecinueve, de la tecnología y de la evolución social también aportó un evento de importancia universal:  el surgimiento de la Democracia en los siglos recientes, hasta convertirse en el elemento más evolutivo y decisivo de la gobernación global, con su carácter igualitario de presente y de futuro, favoreciendo el sucesivo y amplio acceso de los ciudadanos a bienes y servicios, en situación de libertad personal y pública. La Democracia ha sido el mejor instrumento de mejora y desarrollo en los países donde se ha mantenido, como sistema político y social, en el presente e incluso del dudoso futuro. Pero la Democracia parece estar debilitándose en sus países respectivos, sucesivamente afectada por el desinterés ciudadano, en buena parte debido a los fallos y abusos políticos y a la falta de responsabilidad de los gobernantes, incluso de dignidad en lo que deberían ser actos eficaces de aplicación democrática.

   Y en estos momentos festivos, algunas conclusiones:

1) La Navidad religiosa y su paralelo festivo y económico han permanecido veintiún (21) siglos a fecha actual con perspectivas de permanencia, a pesar de que cada período navideño y del nuevo año concita una insólita cantidad de consumos, con grandes gastos personales y globales, con festejos numerosos que consumen recursos personales y expanden numerosos medios festivos a nivel ciudadano y familiar, produciendo infinidad de basura, residuos y restos de gran calibre, a pesar de sus potenciales repercusiones en esta situación de cambios atmosféricos que amenazan con desastres climáticos, unos ya actuales y otros futuros, similares o mucho peores. 

2) Por su parte, la  Democracia como medio de ordenación y gobierno, debilitada por múltiples causas, no sabe responder al pulso de un Planeta que desata vulcanismo, inundaciones, tormentas y tornados; la amenazante fusión de los glaciares en relación con los océanos, trastornados por subidas de temperatura insólitas, mientras las previsiones meteorológicas --y aún menos los gobiernos-- no alcanzan a dar respuesta; el medio natural y los ciudadanos resultan afectados por enormes daños en países asolados por guerras inauditas; las políticas nacionales rebosan de torpezas y errores en la administración de los recursos; el cambio climático --que se manifiesta ya abiertamente-- desata eventos desgraciados sobre la ciudadanía; el género humano, con un crecimiento siempre imparable, requiere de enormes cantidades de recursos y materias primas sin previsión ni ordenación de futuro; el nivel de desarrollo armamentístico actual amenaza la estabilidad del mundo entero...

   Claro que no pretendo ensombrecer las fiestas, que dependen de la voluntad respectiva de participar en ellas y sus consecuencias, porque para eso está la libertad personal, para elegir: también se pueden encontrar en estas fiestas  multitud de películas navideñas y unas son optimistas y otras menos.  Algunas  de las cuales han adaptado un famoso Cuento navideño mucho más largo y expresivo (por su contenido) que esta entrada, y cuyo libro original me permito sugerirles...

 ... Para que, aprovechando las fiestas, o sus descansos, encuentren unos momentos tranquilos para leer el verdadero "Cuento de Navidad", novela corta (de 1843, también a veces traducido el título como "Canción de Navidad") de Charles Dickens. Puede parecer un cuentito infantil muy extenso, pero les aseguro que no es simplón ni anodino, sino todo lo contrario: sus fantasmas navideños no son solo literarios, ni se quedaron varados en el siglo diecinueve y sus miserias: también aletean por nuestra época y mantienen su pervivencia fantasmal.  Esperemos que, como en esa narración, lo negativo del mundo actual consiga convertirse, a tiempo, en positivo.

Así que queda, por mi parte desearles:

¡Felices fiestas y próspero año nuevo! Pero... creo que esto no lo he escrito yo originalmente... ¿Lo habré escuchado en algún sitio?

Amigos y lectores, la próxima entrada subirá al blog entre el sábado 18 y el domingo 19 de enero del 2025... ¡Bonita cifra y que venga  con mejor suerte!

Comentarios

  1. ¡Buena reflexión, Sara! 🎄 Es interesante ver cómo la Navidad ha evolucionado desde sus raíces religiosas hasta el consumo actual. Tus puntos sobre cómo esto se conecta con la situación de la democracia y el medio ambiente dan mucho para pensar. 🌍

    La recomendación de “Cuento de Navidad” de Dickens también me parece muy acertada. Nos recuerda que, aunque los tiempos cambien, hay lecciones que nunca debemos olvidar por la cuenta nos trae. ¡Felices fiestas y que el 2025 traiga buenas noticias para todos!

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