Renovación monárquica

 A mis lectores:

   Expreso mi sincero sentimiento y lamentación por las personas fallecidas y las desaparecidas, con mis respetos a sus familias y a todos los que han perdido casas, bienes y enseres en la inundación de grandes áreas de Valencia, el 29 de octubre, cuya crudeza y efectos han reflejado las imágenes de televisión.

   En este viejo país que es España las desdichas públicas no son nuevas, sufridas en tiempos pretéritos donde no existían medios tecnológicos como hoy los hay, para prevenir desastres naturales y, especialmente, pérdidas de vidas humanas. Recordamos, también (con su mayor cercanía en el tiempo) el volcán de La Palma (19-IX-2021) donde parte de las ayudas económicas oficiales ni aún hoy han llegado a los afectados.

   De hecho, el Planeta mismo es dual, ofreciendo lo mejor y lo peor. Lo mismo sucede con las poblaciones, países, instituciones y gobiernos porque los intentos de concordia fracasan habitualmente.  Sin embargo, la ciencia indica que la actividad humana global ha trastornado el clima, informado por unos y negado por otros. La Conferencia de París (12-XII-2015) estableció un Acuerdo internacional para actuaciones durante un plazo hasta 2030 (¡ya tan próximo!) para establecer fondos económicos para los imparables daños en zonas del planeta. En este año 2024, de calor extremo, se multiplican inundaciones, tornados, incendios, sequías, vulcanismo y las lluvias torrenciales por efecto del cambio climático.

   En Valencia se ha provocado un "lo imposible": el desastre repentino sorprendiendo a la población. La televisión ha ofrecido el paradigma de un país con lenta reacción en los gobiernos central y autonómico (de color político opuesto) y  ha destacado que el Rey y la Reina (que nos representan como país en el mundo) se hayan dejado de protocolos y seguridad para unirse a los afectados en persona, incluso expuestos a la ira y la reivindicación, asumiéndolos a su propio riesgo como se ha visto, para debatir con los vecinos en medio de la suciedad catastrófica.

   Debo indicar que quien esto escribe nunca ha sido (ni soy) monárquica... claro que tampoco "soy de" otras cosas y ya de casi nada, salvo escribir y a veces sobre ejemplos lamentables: acabo de enterarme de que siendo del PSOE el Presidente Zapatero, en 2004, desechó la construcción de una presa en Cheste (Valencia) que habría protegido a 16 pueblos de la zona ahora anegada, escudado en motivos económicos (caro coste nos ha resultado, finalmente), pero presuntamente para anular ese proyecto del gobierno anterior del PP de Aznar en 2001, que no había sido iniciado. Como para fiarse de los colores... Y me permito indicar que no tengo lazo político alguno, por eso escribo. Y ahora me entero de que ya había ocurrido  una riada similar en la misma zona ¡en 1517! Será que no han tenido tiempo...

   Es de lamentar el episodio muy conocido a través de televisión y prensa por el que el principal llamado a concurrir y responsabilizarse en parte ante los afectados como presidente del Gobierno de la nación, se retiró apresuradamente ante los gritos y protestas vecinales, saliendo de allí en coche y "olvidando" compartir el luto con las familias afectadas, dejando desierta la lógica democrática y a "su suerte" a los Reyes del país.

Los dos estadios de la monarquía en democracia:

   En el año 2010, y reiterado en el 2012, cuando Juan Carlos I era Rey, escribí un enfurecido artículo (publicado en el blog de una Protectora contra el maltrato animal, muy activa). Inicio el texto: "... Me permito, Monarca, pedirle no ese gesto tan exclusivo que es la abdicación, sino la pura y simple dimisión de su cargo como Rey del Estado español... Por más que este sea su título, usted es un funcionario de alto grado de este país, al servicio del país y dependiente (de los requerimientos) de este país. Así lo demostró con gran dignidad cuando intervino en la reposición de las instituciones legítimas, frustrando el golpe de Estado intentado al invadirse por la fuerza el Congreso en 1981.

   "Pero la edad, Monarca, nos traiciona a todos y sabemos que le gustan los circos taurinos y es aficionado a matar animales indefensos en cacerías exóticas... en distintos lugares del mundo." Era una época menos exigente que la actual.

   "Así que dimita dignamente, Monarca, y deje que --ya que tenemos que contribuir a mantener a una familia real-- accedan al título (de Rey) personas más jóvenes con capacidad aparente para respetar (...) la justicia,  equidad, humanidad y progresismo que caracterizan el avanzado siglo en que vivimos para que puedan dignificar (que falta le hacen al país) instituciones, política, economía y el bienestar y futuro de todos (...) Convertido en un apacible jubilado usted vería si dedicarse -sin ofender a otros- a las distracciones que su educación y sus aficiones le tentaran, como cualquier ciudadano del común hoy día en este país de extremos y tensiones.

   Y bien, el Rey Juan Carlos abdicó (claro que no por causa de mi modesta protesta) y veo que el Rey Felipe y su esposa --con su entrega personal en el desastre de Valencia (que seguirá por meses)-- han demostrado ser esas "personas más jóvenes, para respetar (...) la justicia, la humanidad y el progresismo y dignificar --que falta le hace al país-- las instituciones, política, economía y el bienestar y futuro de todos."

    En este desastre climático y humano de Valencia, es lástima que el Rey "reina pero no gobierna"... Porque en este caso, la representación del Poder nacional (al menos a nivel personal) ha dado un sesgo en cuanto a su relación con los ciudadanos. Sin que eso me convierta en monárquica, expreso mi respeto tanto al Rey como a la Reina, por su dignidad y acercamiento personal directamente a compatriotas afectados por la desdicha. Del otro personaje oficial que abandonó la zona, y del otro (provincial) que estaba comiendo tranquilamente con una dama en un restaurante, cuando la gente moría en su territorio... pues ¿Qué quieren que diga? Tal vez sería lo que ustedes mismos...

Con disculpas por la especial longitud del texto, la próxima entrada será, amigos y lectores,  el sábado siete  de diciembre.


Comentarios

  1. Gracias por aportarnos, como siempre, cordura en momentos donde la esperanza está en los gestos y en la valentía de algunos y sobre todo, de la sociedad civil.

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  2. Gracias por tan acertadas reflexiones que con ese punto de ironía agridulce nos devuelve a una dura realidad.

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