Las hierbas del pantano

 Saludo a los lectores, habituales o esporádicos en un inicio de septiembre de 2022 que, después de sufrir temperaturas muy elevadas, entre julio y agosto, parece haber derivado -de momento- a un anticipado inicio de otoño.

    Naturalmente lo digo por mera observación, sobre todo porque ya hace algunas semanas empecé a percibir, en mis modestas plantas, caídas de hojas que en todo sonaban a prematuras y no era por causa del calor, fluctuante de unos días a otros. El amarillamiento de las hojas no es el mismo cuando lo causa la falta de riego, o el calor extremo que las plantas soportana como pueden, hasta que, como ahora, porque la temperatura esté dando signos anticipados de otoño, cuando la planta consigue descansar de la canícula. Pero la hoja no se seca del mismo modo cuando el sol la quema, que cuando amarillea ya en modo otoñal.

   Pues lo siento amigos, pero en otro orden de cosas, porque es tanta la atonía y la falta de dinamismo social, que lisa y llanamente, no tengo nada que ofrecer sobre ello: es posible que pudiera comentarlo deshaciendo, como me gusta decir, "los hilos de la cuerda" en pequeños segmentos. Pero pequeños o no, el ambiente me parece más propio de un pantanal que de un río fluyendo y, en serio, no sé cómo cambiar un panorama que, por seguir el símil del pantano, se nutre de un sustrato tan pobre que roza la desnutrición. 

   Disculpas por usar tanto símil herbáceo, pero al menos hago por dignificar la situación social recurriendo a la naturaleza, que no tiene la culpa de nada: al menos hasta que la enfadamos.

   Sin olvidar aquí un recuerdo a la lejana guerra que no cesa en un extremo de Europa pero que soy incapaz de analizar. Así que, deseando una solución pacífica y con justicia, me despido por el momento.

   Hasta primeros de octubre, del 1 al 3 de ese próximo mes.