Sin proximidad, no hay afinidad.



El título de esta entrada se refiere, en principio, a la presión constante producida por el confinamiento, total o parcial, y sus secuelas: ausencia de normalidad ciudadana, alejamiento
 entre personas, algunos comportamientos existenciales erráticos, relación mínima en el plano social, retracción de la vida personal, cambios en el carácter individual, alteraciones de la sistemática laboral, economía en disolución, ruptura del entramado mercantil y, además, destaca especialmente el desplome del sistema de Salud en el área de la atención básica y las constantes dificultades, durante los últimos once meses, por la permanente sobrecarga que sufre la Sanidad pública en España, en todos sus niveles.

     Y todo eso, y más, ha mantenido al país en permanente situación provisional durante interminables meses, sin  soluciones eficaces y a la espera de lo que venga. Por supuesto, el contenido de este blog solo representa un simple criterio personal para obtener conclusiones de algo tan simple como es la vida de cada día y según refleja la información que ofrecen los medios al ciudadano, pero considerando el presente como una posible anticipación del futuro, sin dejar de lado las enseñanzas del pasado.

      El pasado... Pues, en este caso, tanto el año anterior como el  actual 2021 parecen ofrecer distintas muestras de una actuación política centrada, presuntamente, y a pesar de las broncas internas entre miembros del gobierno, no tanto en contener la pandemia como en reforzar su control sobre la sociedad civil, a pesar de que hasta el momento el comportamiento ciudadano, en general, está siendo absolutamente pacífico y participativo. 

          En apariencia, una pregunta muy extendida sería, por ejemplo, por qué el ejecutivo parece actuar muchas veces sin recurrir a la potestad legal que es competencia del poder legislativo. Y, también por qué, según parece, está empecinado en reformar, a su criterio político, el tercero de los poderes, que es el judicial y sus garantías. Con el posible resultado de lesionar también, y ya ni siquiera en nombre de la pandemia,  derechos constitucionales de los ciudadanos (para quienes ya está casi desaparecida la socialización por proximidad), aunque esos ciudadanos sean, además, quienes les pagan sus sueldos para gestionar el país... con recursos que deberían ser dedicados a beneficiar claramente a la sociedad y a las personas, en todo el territorio.

       Ya, desde años atrás, se podían detectar las sucesivas y crecientes deficiencias de gestión que iban provocando el progresivo "envejecimiento"  del concepto democrático, arrollado por la globalización económica y mercantil, además de la enorme "absorción" de la actividad pública hacia la informatización y las redes, que favorece una creciente indiferencia hacia  los derechos individuales como valores democráticos (con los cuales ya apenas existe afinidad).  Si la Constitución, que es la base democrática del país y que es un documento irrenunciable para respetar los derechos de la población, cae en la inaplicación o en la desviación de sus normas, repercutirá negativamente -o repercute ya- en  los conceptos de igualdad y justicia y en su manifestación pública, que es la libertad (ya, a estas alturas, más histórica que real), esa libertad responsable que rescató a los pueblos de la miseria, la injusticia y la sumisión históricas, en el pasado.

       El progreso social en España, anterior a la presente situación, lo habíamos logrado por las garantías que ofrece la división de poderes, cuando evita un eventual abuso del Poder por alguno de los altos sectores oficiales, de modo que ninguno de ellos prevalezca arbitrariamente sobre los otros dos. Con el Poder compartimentado en tres instituciones de igual importancia, la Democracia desalienta el personalismo como forma de gobierno y alienta la participación del pueblo (a través del Congreso) en la promulgación de las leyes. Y, finalmente, porque instaura el sistema judicial como factor de equilibrio tanto de los individuos entre sí, como respecto del ejecutivo y los actos que afectan a las personas y a la sociedad. La Democracia implica una estructura formada por un gobierno eficaz, una legislación justa y la independencia e imparcialidad de los tribunales, garantes de la libertad individual y social.

     El sistema democrático, ya estando avanzado el último tercio del siglo XX en España, favoreció unas circunstancias que nos hicieron evolucionar durante cierto tiempo como un país moderno, adaptado, sin grandes conflictos, esperanzado en el futuro, mirando hacia el ancho mundo, con generaciones bien formadas a nivel educativo y laboral y, según resulta de nuestra tendencia social, manteniendo aún su talante "alegre y confiado". Pero esa situación de progreso y de dinamismo responsable se va alejando rápidamente, desde hace algunos años, hacia el pasado. Fuimos un país desarrollado durante algún tiempo... pero hemos terminado ahora estancados en un pantano que nos inhabilita a múltiples niveles. 

      En el siglo XXI actual, los sucesivos gobiernos han ido dando señales de deficiencias de gestión y actuación que nos han llevado progresivamente a la baja: la política centrada en el bipartidismo ha producido la sobrevaloración de los objetivos políticos del partido de turno, al haberse solapado sobre una sociedad civil que permite  a dos formaciones repartirse sistemáticamente el poder de forma  sucesiva y convertirse casi en monopolios, a veces absorbidos en negociar pactos de cualquier clase y de cualquier modo. También parecen existir crecientes ventajas socio-económicas por el simple hecho de formar parte de un gobierno, o por participar a cierto nivel en la "carrera" política dentro de los partidos. Además, claro, de la "satisfacción" personalista del "ordeno y mando". Podrían incluso olvidarse del hecho de que las urnas implican que los gobiernos deben estar al servicio de la sociedad, y no la sociedad al servicio de los gobiernos ni de las formaciones políticas, ni de sus miembros.

    Es posible que, en España, la Democracia enfermara en algún momento histórico y que el coronavirus la haya llevado a la consunción. Pero de su debilidad no hay duda y sobre su posible recuperación hay muchas. Quizá, con la actual desestabilización de la división de poderes del Estado, haya que buscar una nueva definición para la Democracia: habría pasado de ser "el poder delegado por el pueblo" a neo-normalizarla como "el poder regalado por el pueblo". O como ustedes prefieran, en cada caso.

     Copio al final de este párrafo un enlace retrospectivo a mi blog, de septiembre de 2018, que puede servir para comprobar el presunto "arrastre" democrático producido en el país. Era 2018 pero también hay en ese texto incluso referencias anteriores.  Si no les hubiera dado la fecha de esta entrada que cito,  y ya la hubieran leído ¿no les parecería como si se hubiera escrito en la actualidad?

https://triannual.blogspot.com/2018/09/pequeno-gran-mundo.html

   Nota adicional: No quiero dejar pasar el momento sin agradecer al Sr. Biden  -aunque yo no tenga ninguna relación con el Presidente ni con la política norteamericana- la lógica de su gesto, restableciendo el regreso de los Estados Unidos al Acuerdo de París, que alertó sobre los efectos del calentamiento global y los graves problemas que pueden surgir de un clima tempestuoso y un entorno trastornado. Lo que estamos provocando hoy en el planeta en el que tendrán que vivir nuestros descendientes directos, de no resolverlo ahora, será un legado insolidario al que ellos habrán de enfrentarse. 

Gracias por vuestra atención, amigos, y hasta la próxima entrada del  domingo 21 de febrero.

                                                                                                    

Comentarios

  1. Como siempre es un certero análisis de la triste y depauperada realidad que nos está tocando sufrir a todos los ciudadanos. El coronavirus ha puesto en evidencia nuestras “vergüenzas” y en mi opinión ha venido para quedarse mucho tiempo, pues el peligro real o ficticio le viene muy bien a la clase política para tener al rebaño servil y asustado bajo su bota. Si no espabilamos pronto seremos unos zombis en lo que algún día fue un pais de valientes y arriesgados viajeros en la historia.

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    1. Gracias, doctora, su opinión es un valioso aliento para soportar la actual situación social y, para mí, un incentivo para seguir buscando el por qué de las cosas en este mundo trastornado.

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