En el país, la vida ha cambiado de tono.

Queridos amigos,

Agradezco, primero, vuestro interés en este blog, a pesar de que ya hace algún tiempo que solo publico entradas de vez en cuando, por exigencias de tiempo en mi actividad literaria habitual. Actualmente mi ocupación principal es el seguimiento de la prensa digital y, en base a las informaciones, redactar borradores para futuros artículos que conformen el siguiente libro, ya iniciado hace meses.

Como, actualmente, mis lectores del blog proceden todos -que tampoco son muchos- de fuera del país de mi residencia, España, entiendo que tal vez les interese el comentario sobre las circunstancias epidémicas que actualmente sufrimos, o que simplemente entren al blog, a ver si hay algo nuevo.

   El caso es que, en todo el país, llevamos quince días confinados dentro de las casas respectivas, totalmente apartados del entorno que tanto me preocupa -el entorno natural- y de esa situación no me resulta fácil sacar conclusiones. Los parques están oficialmente cerrados, así que sus animales estarán alarmados al ver que desaparecían, de golpe, sus posibilidades de comida que los paseantes solían dejar allí precisamente para ellos, o desechada por otros con indiferencia. Ayer vi una foto en el diario "El Heraldo" donde un policía, en Zaragoza, acompañaba a una madre pata y sus patitos a lo largo de una elegante acera urbana, desierta, para mantenerlos lejos del asfalto por donde algún autobús y pocos coches aún pueden circular.

   Se ha detectado (todo esto lo digo por lectura de prensa) que los animales "urbanitas" salen de sus zonas verdes de referencia hacia sectores ciudadanos centrales, buscando en el asfalto a ver si encuentran algo. Que no lo van a encontrar porque la población humana respectiva tiene sus propios problemas que han desembocado en algo casi increíble: desaparecer del exterior y no ensuciarlo.

   Como todos estamos dentro de las casas ahora y no hay salidas simultáneas a la calle, porque apenas hay alguna, pues no puedo hablar de las personas. Ya no hay ruido de tráfico, no hay atascos, no hay filas, no hay caminantes, no hay rumor de niños ni de jóvenes. Casi ni los perros ladran, a pesar de que es una de las pocas posibilidades permitidas en el exterior, para ser paseados solo por sus dueños, en salidas de poco tiempo.

   Así que, para el resto y para tomar el aire, están las ventanas (salvo que se tenga algún jardín propio). Para caminar, los pasillos de las casas. Para oír algo, que no sea el rumor propio o la televisión, un ejemplo: en mi zona inmediata actual hay que esperar a que alguien de los bloques de enfrente (es el mismo sector urbano) ponga música en su terraza, a gran volumen, como en una discoteca, cada tarde de 7 a 8, actividad que puede entretener a algunos, quizá a muchos, a falta de otra cosa y voluntariamente tolerada por la mayoría. Salvo eso, mucho, mucho silencio, precisamente algo que nunca ocurría anteriormente en este país ruidoso y charlatán.

   He leído el 28 de marzo que el confinamiento general se mantiene, con las mismas restricciones, hasta, al menos, el 12 de abril.

   Sin embargo, por primera vez en mi vida, que no es corta, todo el mundo -con excepciones que solo confirman la regla- cumple con el confinamiento, a todos los niveles y sin presión policial. Esta unanimidad es tan llamativa, en esta sociedad proclive a desarrollar buena parte de su vida en la calle, que me he preguntado lo siguiente:

¿Será que estamos cambiando y resaltando la unidad y no la desunión? ¿Será que ahora tomamos las cosas en serio y no en broma o con indiferencia? ¿Será que desde ahora nos preocuparemos realmente por el país? ¿Servirá para volvernos, a nivel personal, exigentes en materia política y social? ¿Los gobiernos darán la talla alguna vez y podremos progresar y mejorar como personas y como población?

   Pues más nos vale, porque vamos a tener que reestructurar el área económico-laboral en muchos niveles, impulsar la recuperación de áreas mercantiles enteras, atender las secuelas, tomar impulso y trabajar duro. O avanzamos, o involucionamos. O elegimos bien o retornamos hacia las carencias de siglos pasados, superadas durante la segunda mitad del siglo XX y que se han vuelto amenazadoras desde que el XXI empezó. O somos exigentes con la política y el Poder, o seguiremos siendo un país de cuarta fila frente al mundo y, en buena parte, abandonados a nuestras propias fuerzas.

   No termino este comentario sin expresar mi más sincero aplauso al Primer Ministro de Portugal, por su valerosa intervención en la reciente reunión de mandatarios de la U.E. contra las despectivas manifestaciones  de un médico de Universidad de un país norte-europeo (que no señalo), quien atacaba la postura de Italia y España por permitir el ingreso, en las UCIs. hospitalarias, de los  ancianos afectados por la epidemia. Por si eso era poco, el Ministro de Finanzas del mismo país referido se manifestó en contra del otorgamiento europeo de ayudas por causa de la epidemia, entiendo que respecto de los países más afectados, como son Italia y España. Quien tenga curiosidad por el hecho que busque los datos completos en la prensa digital del día 27-03-20.

   Destaco aquí que el mandatario portugués calificó las intervenciones de los norte-europeos, citadas arriba, como "repugnantes... de una mezquindad recurrente" y a la vez ha considerado insuficiente la respuesta de la U.E. a la crisis económica provocada por la epidemia. No me pregunten por la postura del representante español, pues  no sé por dónde andaría.... tal vez, confinado ante la tele en su propia y cómoda casa.

   Al menos en este país mío,  ignorado en muchos aspectos por otros -de los de por ahí-, los hoy ancianos, son los que con su trabajo y sus impuestos consiguieron el desarrollo de la mejor y más igualitaria Sanidad del mundo, actualmente erosionada pero aún efectiva.  Lo que dijeron los ciudadanos nórdicos citados contra nuestro sistema sanitario  y las ayudas, lo refutó tan rotunda como dignamente el representante de Portugal, país contra quien ni siquiera se dirigían esas críticas...  Gracias sinceras, señor Ministro António Costa, eso es de buena política y de excelente persona.

Bueno, amigos, haré lo posible por retomar la publicación de entradas una vez al mes. Si no hay algo que me impulse antes al comentario, volveré el domingo 19 de abril, a ver cómo lo llevamos.

Hasta pronto, si algo no lo impide.


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