Más de tres años desde la Conferencia de París

Por la razón que más abajo explicaré, me disculpo por no reproducir en este texto, como he venido haciendo en las dos entradas anteriores, un fragmento de mi segundo libro ("Hilos en la cuerda") , referido a la tercera novela del volumen. Quedará a la espera de la siguiente entrada, que tendrá lugar el primer sábado/domingo de mayo, según sean los tipos de horario respectivos.

    La omisión se debe a que una noticia de prensa ha captado mi atención sobre un tema fundamental de pasado-presente-futuro, sobre el cual ya publiqué un comentario extenso en mi primer libro ("Triannual"), cuando, finalizando el año 2015, dediqué a la Conferencia de París el segundo Comentario del libro que, en consecuencia,  prácticamente se inicia de ese modo, resaltando la importancia de una acción internacional. Teniendo en consideración la urgente situación del Planeta en la actualidad, en conexión histórica con la que parece imparable evolución, o más bien involución, que podrá sufrir la Tierra con el cambio climático y sus consecuencias, cualquier noticia es de extrema relevancia.

   La noticia actualizada, a la que me he referido, procede de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y resalta un problema planetario, con incidencia en la situación política y medio ambiental, y por ello directamente relacionada con la población, con el entramado productivo-empresarial y tantos otros segmentos globales. La he leído en el diario "20 Minutos", del 14 de marzo de 2019, año corriente, donde aparece en portada la frase "La ONU alerta: el ser humano está degradando el planeta a un ritmo casi imparable", para luego pasar a desarrollar un artículo, en la página 9, cuyo autor se llama Emilio Ordiz, que ofrece un amplio repaso del cambio climático, partiendo de las advertencias de la Organización de las Naciones Unidas (añado: Sin entrar a debatir el sentido, o no, de su "Unidad" a nivel internacional, cosa que daría para debate) aportando una visión concisa pero contundente, avalada con cifras respecto del contexto.

    Para mí ha sido como una alarma actualizada,  y que coincide precisamente con una primavera extensa, durante la que se celebran (anualmente) efemérides como "El Día del Planeta", que tuvo lugar el pasado día 30 de marzo y "El Día de la Tierra" (Earth Day), que tendrá lugar el 22 de abril corriente. Dentro de unos meses, en  el 17 de junio, será el turno de  "El Día Mundial para combatir la Desertificación y la Sequía", tendencia global que amenaza como una importante consecuencia del trastorno climático. Pero los Días son efemérides y una hora o un día de cooperación voluntaria, tanto personal como institucional, no son eficaces, por sí mismos, para solucionar o minorar los problemas acumulados por la acción humana durante más de dos siglos de industrialización, cuando sus consecuencias perjudiciales siguen activas, después de la celebración respectiva.

    Y, mientras tanto, el tiempo sigue pasando, y deprisa: La ONU convocó la Conferencia de París en diciembre de 2015, que fue lo que, en concreto, sugirió mi Comentario antes citado. Me doy cuenta ahora de que han pasado ya más de tres años desde entonces, y no solo no parece haber mejorado la situación sino que, del tenor de la noticia, tampoco parece haber cambiado en nada y, más bien,  parecemos avanzar vertiginosamente hacia un conflicto trascendental, ya sea repentino o dilatado en el tiempo. Mientras que, a todos los niveles, seguimos con nuestra vida ordinaria, dentro de los parámetros económicos e industriales habituales.

   La Conferencia de 2015 tomó decisiones estableciendo plazos de actuación, uno prácticamente ya inmediato, del 2020 al 2025, de contenido económico y, por decirlo así, paliativo: obtención de recursos, para atender eventuales desastres debidos al cambio climático, mientras que avanzamos rápidamente hacia otro plazo, el año 2030, considerado en la Conferencia como "crucial".

    Por mi parte, voy a terminar la entrada con fragmentos del texto que escribí con tal motivo, igualmente en 2015, porque, pura y simplemente, son como los habría escrito hoy mismo:

"... Tales previsiones, desde mi punto de vista, implicarán potenciar necesariamente un enorme montón de actuaciones, teniendo en cuenta los imprevistos y, lamentablemente, también los posibles fallos en lo previsto (...) si no actúan con responsabilidad y capacidad los gobiernos respectivos (que van y vienen, llevados por revueltos vientos y huracanes políticos); si prevalecen los intereses de las multinacionales (que no sé yo por dónde irán, salvo a su beneficio); si se elude la voluntad de cumplimiento por parte del sector empresarial (variopinto y egocéntrico); si se abandonan las actuaciones por los líos internos de los países (que no cesan, sino que aumentan) y si continúa existiendo la fría indiferencia actual de la población (real o provocada), sin dejar en olvido la presión de los conflictos bélicos (interminables e incontrolables) ... Quedarse esperando puede desembocar en que, en el curso de este siglo (...) podemos tenerlo tan crudo como para añorar incluso la vida en siglos preindustriales, sin emisiones contaminantes, esto es, lejos de comodidades domésticas, vehículos a motor, electrodomésticos de la gama que sea, comida para tirar, bebida para aturdir, televisión y programas para aburrir, ordenadores personales para extasiar, transportes globales para no parar, dotaciones sociales para tranquilizar, economías boyantes para convencer..." ("Triannual", Comentario segundo, "Culpables sin culpa" pg. 17 y ss.).

    Si no hay voluntad clara y decisión sincera, a nivel global, para resolver un conflicto tan trascendental, pues igual este último panorama que dibujo al final de mi citado Comentario anterior, pero mucho más rotundo, va a ser el que nos espera y al que vamos dirigidos en apariencia tal y como la ONU, según la cabecera de la noticia inicial, la define negativamente. Sobre esta cuestión trascendental, cada persona tendrá su opinión, perfectamente respetable, como quiera que la misma sea.  Yo, por mi parte, podría continuar durante unas cuantas páginas más con una cuestión tan vital, pero lo dejo aquí, por el momento.

   Gracias por concurrir a esta lectura y volveré el primer sábado/domingo del mes de mayo.






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