Fiestas "planetarias"



Entramos en el nuevo año, 2019, dejando atrás el anterior, caracterizado por los habituales conflictos socio políticos que afectan a todo el orbe, al continuar erosionando el equilibrio, nacional y global.

    Por supuesto, el reciente mes de diciembre de 2018, en lugar de ser considerado una buena oportunidad para meditar sobre los sucesos ocurridos y sobre las posibles derivas del futuro próximo, más bien se ha aprovechado como una temporada casi completamente destinada a diversiones y fiestas que, antaño, eran tradicionales y que, desde hace ya mucho tiempo, se han convertido en una obligación social inmersa en un consumo explosivo, con tan solo algún matiz familiar marginal y con mucho festejo, compras, desparrame en materia de comida y bebida y, cómo no, de tráfico, muchísimo tráfico de vehículos, atascos, aparcamientos insuficientes, vías de desplazamiento insuficientes, accesos urbanitas insuficientes y, a la vez, una enorme masificación popular en los grandes almacenes comerciales que parecen, a la vista de las apreturas de sus clientes, también insuficientes.

    En diciembre de 2015 redacté un Comentario (en mi libro "Triannual", Segundo Comentario, página 17) titulado "Culpables sin culpa", y volví a referirme a su contenido nuevamente durante el mismo mes pero dos años después, esto es, en 2017, en el Comentario Final, titulado "Hoy y Mañana" (página 357 del mismo libro). Ahora ha transcurrido otro año más y de nuevo lo he revisado durante este último diciembre de 2018 y he concluido -en mi opinión- que si se han realizado progresos, su impacto es tan escaso que vale decir que todo sigue igual.

    Así que, apenas terminado el agobio, ruido y movimiento de las fiestas, entiendo que ambos Comentarios citados definen en dos artículos, incluso leídos a fecha de hoy, mi opinión y dudas respecto de los temas a los que me refiero y como los escribí en ellos. Por eso, me permito retornar aquí a diciembre de 2015 para reproducir algunos párrafos de "Culpables sin culpa", que se inicia con un recordatorio personal, referente a la conmemoración anual de La Hora del Planeta:

    "... Informaciones que (...) son un reflejo de problemas que parecen cada vez más acuciantes y que "La Hora" recuerda anualmente, alentando la participación individual y colectiva (...) el apagar las luces durante una horita al año permite meditar, en el lapso de oscuridad, sobre las causas por las que se participa en el apagón. O sobre cualquier otra cosa en la que no se haya pensado previamente por "falta de tiempo".

    "Auspiciada por la ONU en 2015, la cuestión (del estado del Planeta) ha dado un salto cualitativo, al celebrarse en París la Conferencia sobre el Clima. La U.E. ha sido la primera (de los 187 países participantes) en presentar su programa previo al acuerdo, con la pretensión de reducir sensiblemente las emisiones para el año 2030. Tan cerca ya, que la mayor parte de la población actual será testigo de la eficacia de lo acordado y de lo que pueda, o no, suceder; los participantes oficiales en esta Conferencia tendrán claro su compromiso y su responsabilidad pero, al ser una organización plurinacional, cualquiera sabe si los acuerdos se respetarán, alterarán u omitirán, finalmente..."

    "Muy preocupante debe de estarse viendo ya, al menos en lo que se refiere a la responsabilidad de las naciones y sus sociedades, la importancia de la emisión de gases invernadero a la atmósfera (que, evidentemente, se dan en esta Conferencia por indiscutibles), sus consecuencias en el clima (calentamiento global) y las repercusiones en los territorios (desertificación, catástrofes térmicas, deshielo polar y sus consiguientes inundaciones) con sus secuelas, previsiblemente enormes..."

    "... Si no actúan, o no alcanzan metas, pues (...) puede desembocar en que, en el curso de este siglo (esto es, nosotros y nuestros hijos y nietos) podemos (...) añorar la vida en siglos preindustriales, lejos de comodidades domésticas, vehículos a motor, electrodomésticos de la gama que sea, comida para tirar, bebida para aturdir, televisión y programas para aburrir, ordenadores personales para extasiar, transportes globales para no parar, dotaciones sociales para tranquilizar, economías boyantes para convencer (...) no lo olvidemos: la Tierra es pequeñita en un universo imponente; la civilización es recientita en un mundo convulso; la población mundial es explosiva en un planeta finito; las naciones no saben ni qué hacer consigo mismas; nuestro continente europeo avanza un paso y retrocede un paso y medio y España, pues la verdad, somos muy poca cosa en el conjunto global, tanto antes como ahora".

    "Así que, tal parece que somos culpables, aun sin culpa. A ver si tiene remedio, si es que queremos que lo haya. Y si es que se intenta, ya..."

Hasta aquí, el resumen de un Comentario cuyo contenido volví a tratar, como dije, también en diciembre pero dos años después. En la próxima entrada resumiré el Comentario posterior relacionado.

Así que, hasta el primer domingo de febrero próximo.




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