Un año desastroso

Se inicia el último trimestre del año 2018.  Menudo año en España, repleto de maniobras políticas, contradicciones, maquiavelismos coyunturales, empeños obsesivos en resolver cuestiones colaterales que carecen no ya de urgencia sino de necesidad, como decidir derribar inmuebles votivos porque en su día los edificó, con nuestro dinero, algún influencer político del pasado y que ahora otro influencer político del presente pretendería eliminar, también con nuestro dinero como si no hubiera cosas urgentes, necesarias y básicas en la sociedad real para invertir el caudal público. Mientras tanto, parecería que las cuestiones fundamentales siguen abandonadas a la espera, como la amenazante ralentización económica, la caótica presión migratoria, los errores sanitarios, los problemas territoriales, la ínfima consideración y el inexistente interés en el extranjero no ya por la política interna del país, sino por una población tan mal representada y que, por su lado, tan mal administra su protesta y su voto.

   Para colmar el desastroso panorama, solo faltaba el empeño que se tiene en legislar a toda prisa mediante Decreto, con lo que se ignora al propio Poder Legislativo, que es el Congreso, directamente garante -sobre el papel- de la legislación democrática y así se minusvalora la separación de Poderes. Mientras tanto, se vienen desatando escándalos sucesivos referentes a distintos miembros del gobierno no-electo, ya sean por haber obtenido dudosos certificados de sus estudios o haberlos incorporado a su historial profesional, o -en otro orden paralelo de las cosas- haber cometido en cierto momento algunas "irregularidades" con Hacienda, de esas que, de haberlas efectuado un ciudadano común, vamos, que lo forran a multas e intereses que duplican y triplican, como sanción, el importe reclamado por la deuda y los recargos. Cuestiones que resaltan, y mucho, no solo porque afecten a miembros del gobierno, sino porque los mismos los justifiquen con un "entonces era normal hacerlo así". 

     O al difundirse en el presente conversaciones anteriores, en saraos políticos, de alguien que desempeña ahora un cargo en el gobierno actual, con contenidos imprudentes e incluso insultantes hacia otras personas, que habrían sido grabadas secretamente por un desconocido que los difunde ahora, y donde se expresan opiniones que dicen poco y mal de quien las expresó. Y, mientras tanto, el jefe político del país viajando alegremente por medio mundo, gastando un dinero que con seguridad habría sido necesario para la mejora de diversos sectores sociales, a lucir palmito de gobernante novedoso y no-electo de este finis terrae, esta olvidada e ignorada esquina del ancho mundo, que es España, mientras aplaza y elude enfrentarse a la voluntad democrática que pudieran expresar las urnas.

   Así que, por evadirme un ratito de las insoportables presiones informativas que nos vienen acosando todos los días del ya avanzado año, que pasará sin soluciones legítimas, caótico y con un futuro nublado, a falta de mejor aportación, me remito nuevamente a "Triannual" donde traté, en el año 2016, del increíble suceso producido por un inmenso incendio en un vertedero ilegal de neumáticos, después de estar tolerado durante once años por las distintas administraciones sectoriales. Al arder, se provocó una nube tóxica impresionante pero que, según los grupos políticos en el poder de entonces, no existía peligro químico alguno para el ciudadano, aunque viviera a metros del desastre, como ocurría. Ustedes mismos sabrán, como yo, lo que "sale" de un solo neumático incendiado y basta multiplicarlo por miles y miles de ellos, cubriendo en montones once hectáreas de terreno, a escasos metros de un núcleo urbano y cercano a otros muchos más. Así que:

Décimo segundo Comentario: "Todo mal resuelto o sin resolver"

"... No sé si habría que envidiar tiempos pasados con situaciones más simples. Claro que no tendríamos las comodidades y ventajas de la industrialización salvaje, pero la amenaza química y atómica... al menos no nos acosaría de la manera que está sucediendo aquí y en otras partes y con el fatalismo de "a quien le toque le ha tocado"... El progreso no debería consistir solo en el desarrollo técnico y científico y el ciudadano dejado a su suerte, con las migajas de sus electrodomésticos y sus vehículos y que (además) deba darse por contento con tenerlos. Dado que, precisamente, él es el contribuyente que sufraga con sus impuestos, su trabajo y su consumo todo el desarrollismo actual que contemplamos"

"... Me planteo si habría que envidiar la divina ignorancia de generaciones anteriores respecto del propio mundo en que vivían. Hoy, sin embargo, solo puede mantenerse indiferente quien decida hacerlo, puesto que la información es global. (Hay) una importante cantidad de peligros potenciales, respecto de los cuales la ciencia actual ha desvelado su existencia, desconocida en tiempos pasados... (Además) del desequilibrio que produciría, o producirá, el cambio climático. Por si eso fuera poco, las naciones vuelven a juguetear con armas atómicas ¡otra vez! La actividad humana está despoblando los océanos, como ya despobló (de otras especies) los continentes. Enfermedades de las que no sabíamos nada se extienden por cualquier sitio... enfermedades nuevas (y se puede especular acerca de dónde habrán salido) y si es que son antiguas, por qué se han desmandado de ese modo... Y no olvidemos la amenaza auto-destructiva:  no solo matamos animales, incluso hasta llevarlos a su total desaparición, sino que nos matamos entre nosotros de formas variadas... que pueden llegar hasta la auto-extinción." (páginas 114-115-116-117, "Triannual" Bubok Publishing, 2018).

Hasta la semana próxima.

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