De la inmovilidad, a las prisas.

Hola, empiezo con un saludo a quienes han mantenido su amable interés por los temas de este blog durante los meses vacacionales, así como a cuantos se incorporen, o reincorporen, a su lectura. Una bienvenida muy especial a quienes han accedido en distintas ocasiones al blog desde Brasil, ese país grande, dinámico, plural y variado que tengo por cercano -a pesar de la lejanía- por tener idiomas hermanos y una cultura común. Su interés en mi publicación me honra. Gracias, amigos todos.

   Esta última semana me he preguntado por las noticias que afectan a la sociedad directamente, lo que suele referirse casi siempre a la acción del gobierno. No tengo afición alguna a la política, no la sigo con puntualidad y cuando me detengo en ella es porque resalta entre cabeceras de portada en los medios. Entiendo que los resultados de la actuación del poder instituido muchas veces se quedan cortos y en otras ocasiones se pasan de rosca, pero rara vez son resultado de ponderación en los objetivos y de equilibrio en los resultados. Lo peor es tener prisa, mucha prisa por demostrar algo porque puede optarse por resolver asuntos coyunturales, pero que van a tener "gancho" en la ciudadanía, en lugar de otros, fundamentales o enconados, que requieren tiempo y eficacia.

   Por lo que he leído hace poco, me parece -y hablo solo en propio nombre- que después de un presidente (electo) que resultó inmovilista e ineficaz, ahora tenemos un presidente  no-electo (suceso que se da por primera vez en la democracia moderna del país) y que no para de moverse en lo secundario (¿Será que quien mucho abarca, poco aprieta?), quizá por aquello de haber accedido al poder de una forma indirecta y sin precedentes y dando la sensación, a mi parecer, de premura y apelotonamiento en el área de las decisiones.

     Así que tal parece que al equipo político actual le hubiera embargado, en la persona de su líder, unas prisas exageradas para borrar, tocar, anular y modificar  cuestiones repescadas de un pasado olvidado, ya sea para contentar a grupos relacionados con su partido, o tal vez tocando de oído a ver si acierta para las próximas elecciones (esas que él mismo tenía que haber convocado ya a corto plazo, pero...). Así que, tras el señor indeciso de antes, ahora parece que lo que tenemos es una modernidad fresca, cool y apresurada, o que gusta de la publicidad mediática, si es que eso se considera un éxito..

   De lo que aparece en los medios sobre la actividad gubernamental no puedo discernir si se busca la popularidad (o el populismo), la reversión sepulcral (o el revanchismo) o desparramar medios materiales y humanos en el intento, dada la velocidad con que se legisla por la vía del instrumento político, esto es a nivel ejecutivo y no por la vía legislativa normalizada, que es el debate de las leyes en la Cámara de representación nacional, esto es, el Congreso que dota de garantías democráticas a las normas antes de convertirse en leyes.

   Dirán que esto a qué viene: Pues a dos noticias actuales llamativas, pero secundarias, pasadas a primera página de la agenda política, y no precisamente por su trascendencia. Una, decidir si se estabiliza el horario anual, dejando de aplicar el cambio horario, lo cual no requeriría más que atenerse a la realidad ya experimentada anualmente. Y otra, si se desmonta esa rara herencia de tiempos más que pasados, sobrepasados, que es el Valle de los Caídos, un lugar carente de influencia real.

    En cuanto al asunto del horario ya parece demostrado que lo del ahorro energético era una ínfima realidad así que yo diría, pues no hay más que hablar. Como nos encontramos en un país que es, junto con Portugal, el último territorio europeo continental al suroeste (además de islas, como Canarias y Azores) el horario cambiado para el verano hace que nos azote el sol todo el día, incluso de hecho ya en horario nocturno. Pero no es ni siquiera coincidente con el de nuestro vecino inmediato, Portugal, a pesar de estar de la cercanía.

   Y, de cara al invierno, después de haber pasado muchos meses con tan intensa y extensa luz solar, de pronto cambiamos el horario y la noche nos invade por la tarde, de un día para otro, casi como en un eclipse repentino. Muchas personas entonces empiezan a trabajar de noche y terminan de trabajar de noche, algunos ni se habrán enterado de que entre medias hay un día. Otros tenemos que reordenar bruscamente las agendas fisiológicas. 

   Como esto del cambio de horario es cuestión de la Comunidad europea la misma -que sin duda habrá recibido quejas al respecto- publicó una consulta ciudadana abierta cuyo resultado ha sido una media del 80% (de las respuestas habidas) en contra del cambio horario. Curiosamente, por la lejanía de esos países y nosotros, los más opuestos al cambio horario han sido Finlandia y Polonia, con un 95% en contra y España, con un 93%, esto es, he aquí un caso en que los extremos se tocan.  Las razones de aquellos no las sé, las de España ya prácticamente las he mencionado. 

   En principio, y si hay un país al que lían mucho los cambios de horario es precisamente el nuestro, que ni coincidimos con la hora de Canarias ni con la de otros vecinos europeos, más o menos cercanos.  Además, en esto del horario -como en la pluralidad de día festivos locales y autonómicos- mejor no llamar a oficinas demasiado temprano, porque el que llama deberá tener en cuenta la diferencia horaria ("una hora menos en Canarias") y el calendario de festividades y, al no contestar, eso tiene que redundar en la productividad general. Ignoramos en qué quedaré el eventual cambio de hora pero la U.E. previsiblemente dejará, al menos de momento, que cada uno elija lo que quiera de entre las posibilidades y los husos horarios posibles, esto es, aún más lío.

   Pues, al pasar  a cosas como si fueran de una urgencia inmediata y vital, sin serlo, resulta que el presidente no-electo no debe de estar ya suficientemente informado por los quinientos asesores (leído en la prensa) incorporados a su gobierno (ni tampoco debe de valer para eso la extensa Administración a la que pagamos), por lo que va a instaurar una Comisión de Evaluación destinada a esclarecer la situación y si se borra de una vez el dichoso cambio horario en el país. Lo cual significará, claro, un nuevo gasto imprevisto para remunerar a los, por el momento ignorados, consejeros, por causa de honorarios, dietas, dotación de personal, medios materiales, infraestructura electrónica y equipos administrativos de apoyo durante el tiempo que tarden en concluir alguna decisión, en el tiempo inconcreto que dilaten emitir su informe. El cual debería ser inmediato si fueran con las mismas prisas que parecen correr en muchas direcciones el gobierno (incluso en avión, en helicóptero), arropadas por un apoyo publicitario que podría parecer muy electoralista. Pero más lógico, visto lo visto, será que tarden -y mucho- en hacerlo, como siempre ocurre en este país y no señalo posibles razones. Pues no tengo ni tiempo, con tanta velocidad, de analizar las distintas actitudes gubernamentales cuando se me apelotona otra montonera de información sobre más y más actividades políticas irrelevantes, en los medios de comunicación. 
    Pero tras la importante duda metafísica que es el estudio y resultado sobre el cambio horario, no dejo de preguntarme si no me interesaría mucho más ver tales apresurados esfuerzos dedicados a resolver los múltiples problemas de la Sanidad pública, plural y revuelta. O ver una intervención efectiva en la situación de muchos ancianos (del orden de los cuatro millones, según una información reciente) amenazados por otro invierno sin calefacción, por insuficiencia económica o por habitar en infraviviendas, incluidos los que están muriendo en soledad en sus casas, O por el destino de quienes han sido contratados en temporada turística, que tanto favor le han hecho al Índice del Paro y a ver qué es de ellos al finalizar la contratación. O la situación de los parados de larga duración. Y hasta la preocupante cantidad de niños pequeños que se han ahogado en piscinas  este verano. Por supuesto sin olvidar la extensión de la violencia en el país. 
     O el cachondeo de los vehículos de un diesel menos contaminante, pero que ahora resulta más que contaminante y una gasolina que antes contaminaba pero ahora no, con el resultado de un alza enorme en las ventas de vehículos nuevos. Todo ello sin Comisiones de evaluación, mientras que el equipo de gobierno se concentra, siempre con prisas, en cuestiones marginales, o en dar sucesivas muestras de su intención de aumentar los impuestos, que hay que pagar las novedades. Bueno, en política y en sociedad, siempre es el ciudadano el que paga, ya se sabe.

    Puede que siga con esto en otro momento, pasadas las vacaciones y ya de vuelta al trabajo ordinario..

Hasta la semana próxima.


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