Fallos increíbles

Saludo a los interesados, poquísimos en el mes actual, que aún encuentran el momento para entrar en estas líneas. Como prólogo, debo señalar y lamentar los sucesos ocurridos hace unos días, al desplomarse estructuras públicas, con pérdida de vidas de personas inocentes que las estaban utilizando por motivos de transporte o de ocio, lo que sugiere grandes dudas sobre la eficacia de las administraciones públicas para vigilar, implementar y controlar las dotaciones estructurales y viarias. 

   Me refiero a los recientes derrumbamientos del puente de Génova (Italia) y del embarcadero de Vigo (España). Valgan estas líneas como manifestación expresa de mi condolencia personal. Espero que las autoridades sean claras y directas en el esclarecimiento de los sucesos,  que se informe con veracidad a las poblaciones respectivas y que sirva para que se extreme la responsabilidad oficial respecto de la inspección y vigilancia de las dotaciones públicas de riesgo, con un control exigente de la construcción y mantenimiento de las mismas.

   Como las personas, las instituciones públicas se manifiestan por sus actos. Y resulta que, en el desánimo noticioso de un verano en su cumbre vacacional, he seguido una información sobre el episodio ocurrido en una región española, en el ámbito de la Sanidad "general y gratuita" (pero que realmente es pagada por cada ciudadano común con su trabajo y sus impuestos). Afecta a un joven español (de 34 años actualmente) con un sobrepeso que supera los 350 kilos y que informaciones más recientes sitúan en 385. Del tenor de las noticias se desprende que el muchacho podía deambular por sí mismo tiempo antes, pero que una sobrevenida hinchazón generalizada lo inmovilizó, necesitando la constante ayuda familiar (de la madre, la hermana y una prima). 

 Cuando su situación empeoró por problemas respiratorios (cualquiera puede entender los efectos de la falta de oxigenación, más la presión entre órganos internos) se recurrió a la bien acreditada atención hospitalaria. Pero, en un primer momento -y como en un guion de película nada cómica- se le deniega el ingreso y la consiguiente atención especializada, esa que reiteradamente, y muy especialmente en verano, está más que sobrecargada por la incesante llegada, turística o irregular, de población extranjera.

   La razón dada fue "carecer" el centro hospitalario de posibilidades para atenderlo (¿No llegaba el paciente con un sobrepeso descontrolado y problemas respiratorios?), lo que parecería implicar falta de dotaciones (¿Por la segmentación autonómica?) o una simple actitud escapista ante un caso excepcional por sus características. Me pregunto si la infraestructura de centros primarios de su vecindad no venían haciéndole un seguimiento de su evolución que permitiera desde hace tiempo (un lector de diario, con claridad de análisis, dice que debían de haberle intervenido en cuanto alcanzó los 200 kilos) tener diseñada la actuación que pudiera necesitar y estudiadas las posibilidades de movilidad, ingreso y atención sin esperar a este agravamiento que era evidente que se produciría. 

   Sin olvidar que la propia esencia de la Sanidad pública hubiera exigido atender a una intervención temprana para tratar de revertir en la práctica tal dolencia invalidante y situar al paciente en límites humanitarios. Pues,  aunque no se trate de una enfermedad terminal, su situación (piénsenlo detenidamente, comparando la vida habitual de ustedes mismos con la situación del día a día de esa persona) es lo que hace imposible que el propio individuo pueda controlarla.

   Sea cual sea la causa de esta dolencia (y a pesar de que los lectores de la prensa se entretengan intercambiando algunos comentarios disparatados) entiendo que es una situación que puede sufrir cualquiera o darse en la familia de cualquiera. Nos afecta por ser un enfermo discapacitado que requiere, exige, una atención sanitaria plena como es el derecho a la salud que venía siendo un beneficio básico, social, estructurado y establecido en el país con el esfuerzo de todos, durante muchos años en los que pareció funcionar.

   Añado a la información, según la prensa de hoy, el joven ha aumentado a 396 kilos ya estando en el Hospital, medido por la báscula que hay situada en la propia cama ¿Y el hospital no veía "causa clínica" previa para otorgarle atención? Además la prensa informa de detalles esperpénticos: no había camilla para desplazarlo, tras intentarlo con una que se rompió (sólo admitía 318 kilos). 
 
    Admitido por primera vez, estuvo unos pocos días y ¡le dieron el alta! esto es, lo mandaban de nuevo hacia su habitual y previa no-vida en su pueblo rural. Tal parecía que urgía sacudirse esa responsabilidad. Más esperpento: al final encuentran dónde cargarlo para el traslado a su casa y es... en un camión de mudanzas, de esos que tienen un elevador, un pescante, que levanta, en este caso, no muebles sino una persona trasladada en la propia cama del hospital, hasta la caja del camión. Vamos, que les faltó la grúa para completar el transporte. Pero no acaba ahí: Nada más llegar a su pueblo vuelve a presentar problemas respiratorios y de oxigenación por lo que lo llevaron de vuelta al Hospital, ignoro si después de "descargarlo" para luego tener que "recargarlo" o es que ni siquiera llegó a bajar de la caja camionera. Como si fuera un fardo.

   Entretanto, con semejante atención mediática, el propio Hospital confirma que se hará cargo de la atención del paciente "Hasta que encuentre un centro" donde puedan asistirlo "adecuadamente", lo que quiera que eso signifique, salvo que el muchacho sigue estando muy cerca de ser tratado como un "paquete". Posteriormente, siempre presionados por la información, añaden que han admitido el ingreso "por razones sociales" y no "por razones clínicas", lo que sigue en la línea del absurdo rozando ya casi la ofensa. No obstante, el muchacho ha sobrepasado colas y esperas de las masificadas urgencias o centros primarios, donde sí que a otros les otorgan atención rápidamente, a aquellos que conocen cómo presionar a los profesionales, de entre todo el catálogo de subvenciones, atenciones y ayudas gratuitas, sanitarias y sociales, aunque -como en este caso y ya por acostumbramiento- se minusvalore la situación de la población autóctona, por la presión imparable de población foránea sobrevenida.

   Para esta pérdida de derechos adquiridos durante el siglo pasado pagamos constantes impuestos a los sucesivos gobiernos que sufrimos. Ahora mismo, políticos novedosos abriéndose paso, defienden el inmediato aumento de la presión fiscal. En el mismo sentido manifestó su intención, nada más conseguir el puesto de gobierno, el actual presidente no-electo

    Pero, claro, con tanto cargo oficial, incluidos unos cientos de nuevos "asesores" sobrevenidos con el cambio de gobierno, más los ex-altos cargos anteriores, con sus pensiones y prebendas, con tanto embutir en las estructuras sociales toda la población de arribada imprevista (1.400 llegados a las costas, solo en una semana), con tanta burbuja que se hincha y se deshincha para desgracia del ciudadano, con tanto trajín mercantil y financiero misterioso y burbujeante, con tanta gente "metiendo mano" en el dinero público por aquello de que lo que es de todos es de cualquiera... 

    ... Pues las infraestructuras se quedan cortas ¿Y de dónde sacar más "pasta"? Pues de los impuestos, del ciudadano común que siempre, tenga o no tenga, o paga o le embargan. O, si es un sufrido trabajador autónomo, si no alcanza a atender pagos, tasas e impuestos, de quedarle algo también se lo embargan. O pasando la titularidad de muchas herencias a la propia Hacienda pública, porque los herederos no tienen disponibilidad económica para pagar el impuesto de Sucesiones correspondiente...

   Pues felices vacaciones, lectores, tomen aire que la rutina -con todo lo que comporta- les espera a la vuelta de la esquina.

Hasta la próxima semana... 
   

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