Unidos en la desunión

 Comparto con vosotros unas modestas reflexiones surgidas de una noticia concreta. Se trata de un artículo que publica el único diario (de entre los muchos que antes solía frecuentar) que, hasta el momento, puedo leer de corrido porque aún me da noticias "libres", esto es, que no las inicia y luego las detiene a las pocas líneas, diciéndote que "reserva" el resto del contenido para quienes hayan concertado una suscripción, llámese la misma como se llame: Generalmente con nombres muy sugerentes, acompañados de ofertas de suscripción como panacea noticiosa.

    Dicha noticia fue publicada el 19 del presente abril de 2021 en el diario 20Minutos, firmada por Emilio Ordiz, de quien he leído en otras ocasiones interesantes artículos. El actual se refiere a la apertura de la Conferencia del Futuro de Europa y la cabecera añade "interacción y participación ciudadana para construir la UE que viene". 

    Creo que en anteriores momentos ya he manifestado mis dudas, quizá mis esperanzas, o tal vez mis conclusiones sobre el papel de la UE, desde un punto de vista de ciudadano normal y corriente, situado en la turbulencia socioeconómica que caracteriza a mi propio país. Todo lo cual me plantea dudas sobre "de dónde venimos y adónde vamos", lógicamente más lo segundo que lo primero, bajo la influencia de la situación presente. Ya me he referido antes al hecho de que la UE, en mi criterio, se resiente de la importancia decisiva de una organización que está desde su origen basada primordialmente en la economía. Aunque hay también cierto ideario de valores éticos, pero al ciudadano común le resultan poco conocidos y de desarrollo subsidiario, quedando como un recordatorio de las barbaridades provocadas por las guerras en una Europa dividida y conflictiva, en el siglo pasado.

    Después de algunos intentos previos, el primer paso de unidad europea fue para establecer un  mercado común entre "seis estados fundadores", promovido en 1951 por Francia y Alemania, con la adhesión de Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Este alevín de unidad creó la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) que, con el tiempo dio paso, primero a la Comunidad Europea y luego a la Unión Europea que, poco a poco, fue incorporando países miembros hasta los 27 actuales. Siempre centrándose en la pretensión prioritaria del mercado común y la moneda única.

    Cuando aún éramos un país que no formaba parte de la misma, veíamos cómo la Unión Europea se desarrollaba ante nuestra mirada, consolidando la economía de sus miembros, pero seguíamos sin saber bien qué representaba para los países, como nosotros, que quedaban en "segunda fila" a la espera, pero -a nivel ciudadano- sin capacidad para dilucidar las razones ni las ventajas de la eventual adhesión a la misma.

     Así que lo habitual era saber de su existencia pero sin dedicarle muchos pensamientos porque bastante actividad inmediata teníamos en nuestro propio territorio: Esto es, estábamos trabajando, como la gran mayoría de los españoles y con poco tiempo para cuestiones de "tanta" lejanía. Aun sabiendo, cuando se abrieron las conversaciones para la asociación con España, que la idea de la Unión empezaba a tomar cuerpo por aquí, debo confesar que, al cumplirse los requisitos económico-presupuestarios exigidos, el Acuerdo de inclusión de España en la Unión casi me dejó perpleja. De algún modo, me ilusionó por aquello de ser lo que, por otro lado, yo ya era: ciudadana de un país de Europa, donde nunca me produjo ningún conflicto el hecho de tener que pasar una frontera y exhibir un pasaporte. Y como una persona europea que por entonces no formaba parte de la Unión ya había viajado por gran parte de Europa de una forma libre, consciente y pacífica, en una época de coexistencia feliz porque nos sentíamos europeos incluso mucho antes de recibir lo que más tarde sería el "título".

    Claro que, como cualquier tiempo pasado parece ser mejor, casi me he sentido más europea antes que después. No es por desprecio a la unidad actual, sino que es nostalgia porque antes vivíamos  respetando los que creíamos valores universales que hemos ido perdiendo después poco a poco, e incluso ahora vertiginosamente. Y no digo por ello que sea responsabilidad de la Unión Europea, sino más bien por la evolución político-social en muchos, o en todos, los países. Y por cómo administran los gobiernos a su propia ciudadanía.

    Es decir, que mi idea europeísta de entonces era romántica y no realista, según me parece vista desde los últimos años, porque la libertad, igualdad y fraternidad (valores que Francia anticipó al mundo) han retrocedido ante la Economía con el paso del tiempo, con organismos supranacionales o sin ellos. Y la Ética, aunque nominalmente se respeta, cada vez se retrae más. Por lo tanto, mi actualizada idea europeísta -y también globalista- es que una de dos: O bien la historia es cíclica, y ahora nos toca "ir para atrás" o es que, como especie, no tenemos remedio.

     Pero estas ideas sobre la unidad, patente o presunta, las dejo aquí por ahora, en espera, porque es algo que da para largo recorrido y trataré de volver en distintos momentos a ello. Así que paso a dar unas pinceladas curiosas sobre este nuestro país del presente, sito territorialmente tan "por abajo" de la Unión que no conseguimos decidir si confiar -o dudar- de la eficacia de la UE, salvo en tener al gobierno nacional babeando a la espera de recibir dinerito europeo, aunque haya que devolverlo mientras que el empleo se desploma, la economía se tambalea y la sociedad está preocupada y desunida.

     Un diario da en cabecera, día a día, las cifras de vacunación: A 24 de abril 2021, inmunizados con vacunación dos dosis, 3.862.789 con la vacuna completa; y 6.640.673 personas a la espera de la segunda. 

    De fuentes distintas:  Población española a 1 julio 2020 (provisional), 47.351.567 ciudadanos. En el anterior diciembre de 2019, el número de habitantes fue de 47.332.614.

     De donde resulta, redondeándolos a mi modo libremente, que hay unos cuatro millones de ciudadanos felizmente vacunados de dos dosis, así que quedan por inmunizar... pues solo unos cuarenta y tres millones a la espera. Y esos felices vacunados ni siquiera pueden tener claro el alcance de esa "inmunización".

    Sin acceso a una mejor solución, en España los ciudadanos continúan con sus vidas como pueden y según su momento: Usan transporte público, estudian en sus aulas con sus compañeros, van a sus oficinas cuando no les han concedido teletrabajo, entran en ascensores colectivos, baños comunes, garajes comunitarios, acuden a los comercios y a los super/hipermercados. Y, si aún pueden, pagan sus facturas, inician sus declaraciones de la renta, cuidan hijos y domicilios, aguantan las  mascarillas durante horas e intentan aclararse, durante los múltiples cambios de criterio oficiales, sobre cuándo llegaría su futura vacunación, según los traídos y llevados grupos de edad, y las dudas y preferencias, o desconfianzas, sobre el origen y riesgos de las vacunas. 

 Mientras tanto, se anuncia una regulación de empleo brutal, por parte de empresas punteras de la banca y el comercio, que implicará la previsible desaparición de 27.000 empleos... más.

    Bueno, amigos, la próxima entrada del 29 al 30 de mayo, a ver si resulta ser como dice su fama, "florido y hermoso"

Comentarios

Entradas populares de este blog

Participando en la Feria del Libro 2023 en Madrid, segunda parte

Participando en la Feria del Libro 2023 en Madrid, primera parte.

De mis Libros publicados y en publicación, además de la Hora del Planeta y el Clima